miércoles, 24 de octubre de 2012

LA TARDE EN EL PUEBLO


Esta tarde de enero no tiene la pureza
de aquella tarde muerta que ya echaste al olvido;
sobre la misma hierba, cansada, se ha tenido,
y enferma de recuerdos, la hermanita tristeza…

        Sin embargo es la misma transparente belleza…
El viejo campanario, y el paredón florido,
y el amate a la vera de la senda erigido
con los brazos abiertos a la humilde pobreza.

De las casas hincadas bajo de la arboleda,
la tarde está agitando sus pañuelos de seda,
y la vida en el pueblo pisa alfombras de calma.

… Y yo no quiero nada: me dejo de ser mío,
porque sobre el camino –largo como un hastío-
persiguiendo tu sombra se va toda mi alma…


Alfredo Espino – Jícaras Tristes: Casucas

viernes, 19 de octubre de 2012

HUERTOS NATIVOS


        Bajo todos de rubios naranjales
serpentea  el camino polvoriento
todo lleno de aromas y de viento,
lleno de músicas primaverales.

A las primeras luces matinales
pasa el ganado con su paso lento…
y va el gañán detrás, sucio y mugriento
cabalgando en su potro a los corrales.

Junto a la vieja puerta la ubre ordeña
y la leche, aromada y espumante,
burbujea en la jarra rebosante.
Y el sol, a su caricia lugareña
enciende el naranjal, fresco y sonoro
cual si puñadas le arrojase, de oro…

  De entre verde follaje, la cabaña
destaca el techo rústico, pajizo.
A un lado está el bambú de áureo carrizo
crujiendo entre el verdor de la maraña.

Mece a lo lejos la flexible caña
su alto penacho, por el viento rizo
y al ondular, su cálamo macizo
alza el rumor de una canción extraña.

Entre belleza tanta no hay, empero,
una que al alma inspire más dulzura
que aquella lejanía de esmeralda,
recamada de virgen espesura…
surge de ahí una loma y en su falda
ondea su abanico un cocotero…

Alfredo Espino – Jícaras Tristes: Casucas

miércoles, 3 de octubre de 2012

LOS OJOS DE LOS BUEYES

LOS OJOS DE LOS BUEYES


¡Los he visto tan tristes, que me cuesta pensar
como siendo tan triste, nunca puedan llorar!...

Y siempre son así: ya sea que la tarde
los bese con sus besos de suaves arreboles
o que la noche clara los mire con sus soles,
o que la fronda alegre con su sombra los guarde…

Ya ascendiendo la cuesta que lleva al caserío,
entre glaucas hileras de cafetos en flor…
o mirando las aguas de algún murmurador 
arroyuelo que corre bajo un bosque sombrío…

¿Qué tendrán esos ojos que siempre están soñando
y siempre están abiertos?...
¡Siempre húmedos y vagos y sombríos e inciertos,
cual si siempre estuviesen en silencio implorando!

Una vez en la senda de una gruta florida 
yo vi un buey solitario que miraba los suelos
con insistencia larga, como si en sus anhelos
fuera buscando, ansioso, la libertad perdida…

Y otra vez bajo un árbol y junto a la carreta
cargada de manojos, y más tarde en la hondura
de una limpia quebrada, y en la inmensa llanura,
y a la luz de un ocaso de púrpura y violeta…

¡Siempre tristes y vagos los ojos de esos reyes
que ahora son esclavos! Yo no puedo pensar
cómo, siendo tan triste, nunca puedan llorar
los ojos de los bueyes…

Alfredo Espino – Jícaras Tristes: Casucas


jueves, 20 de septiembre de 2012

ALLA


ALLA

Lucita, ¡ qué pena
me da ver, envueltos en tímidos lampos
de luna, tus campos,
tu tierra morena;
la loma que se alza
con los capulines por que suspirabas,
y aquellos caminos por donde pasabas
bañada y descalza…!
¡ Qué pena tan triste…!
Tu campo está en sombras, pues tú eras la luz;
y en el camposanto, luego que te fuiste,
han puesto otra cruz...
Un día dijeron que estabas perdida,
y a tu propia vieja la hirieron abrojos;
y cuando el verano desnudaba huertos
a tu madrecita la hallaron dormida,
pero con los ojos
abiertos...
Tú no comprendías, que era la ciudad
fuego que consume con sus luces malas,
y que a las Lucitas les quema las alas
de la ingenuidad...

Alfredo Espino – Jícaras Tristes: Casucas


sábado, 15 de septiembre de 2012

LA MATARON UN DIA


        “La mataron un día que se jue a traer l’agua…
¡Un hilito de sangre le manchaba la nagua!”

Ya no vendrá la moza de ojos madrugadores.
Solamente cantando de un maizal de las lomas
a mojarse las alas vino un par de palomas,
de esas que a veces bajan a los patitos con flores...

Inquietaron la poza. Marcháronse juntitas.
Sólo se oyen rumores de la finca cercana.
Una ramas se mueven, turbando la mañana
y en lenta lluvia caen flores y hojas marchitas.

Poza de aguas celestes: los besos montañeros
han desnudado ramas para tejer tus velos;
eres azul y honda de tanto mirar cielos,
y eres trémula y clara de tanto ver luceros.

Muchacha de ojos negros como dos “clarineros”,
desde que te llevaron, pálida, entre una caja,
ya a la poza con flores tu mamita no baja:
se acuerda de tus ojos cuando ve los luceros
parpadeando en la poza llena de aguas claritas.

Ya el cántaro no baja,
se secan los bejucos en tu rancho de paja.
Cada día amanecen unas flores marchitas…

Alfredo Espino – Jícaras Tristes: Casucas
 

sábado, 8 de septiembre de 2012

EL NIDO

        Es porque un pajarito de la montaña ha hecho,
en el hueco de un árbol su nido matinal,
que el árbol amanece con música en el pecho,
como que so tuviera corazón musical…

Si el dulce pajarito por entre el hueco asoma,
para beber rocío, para beber aroma,
el árbol de la sierra me da la sensación
de que se le ha salido, cantando, el corazón…

Alfredo Espino – Jícaras Tristes: Casucas

sábado, 1 de septiembre de 2012

UN RANCHO Y UN LUCERO


Un día - ¡primero Dios!
has de quererme un poquito.
Yo levantaré el ranchito
en que vivamos los dos.

¿Qué más pedir? Con tu amor,
mi rancho, un árbol, un perro,
y enfrente el cielo y el cerro
y el cafetalito en flor…

Y entre aroma de saúcos,
un cenzontle que cantara
y una poza que copiara
pajaritos y bejucos.

Lo que los pobres queremos,
lo que los pobres amamos,
eso que tanto adoramos
porque es lo que no tenemos…

Con sólo eso, vida mía;
con sólo eso:
con mi verso, con tu beso,
lo demás nos sobraría…

Porque no hay nada mejor
que un monte, un rancho un lucero,
cuando se tiene un “te quiero”
y huele a sendas en flor…

Alfredo Espino – Jícaras Tristes: Casucas

miércoles, 22 de agosto de 2012

BALSA DE FLORES


Aquel caserío tenía un modo
de ser, especial:
el aire más fresco, más limpio, y todo,
¡todo era un paisaje pintado en cristal!

Por lo suave y dulce, por lo plañidera,
la voz de las aves casi era un suspiro…
Y era azul la sierra, la sierra lejana, cual si uno la viera
Detrás de un zafiro…

Para la tristeza de aquellos senderos
tenían  las flores perfumadas frases;
y en los tamarindos, con los clarineros,
gemían zenzontles, lloraban torcaces…

Los ranchos de tejas por el sol doradas,
agrestes surgían entre el rumoroso verdor de las cañas,
y los limoneros dábanle sus sombras aterciopeladas
al balcón abierto frente a las montañas.

Y tú eras la esquiva, morena poblana;
y yo era el viajero lleno de ilusión;
y cuando asomabas ¡qué linda se hacía la alegre mañana
como si brotaran rosas del balcón!...

Y balsa de flores fueron tus amores,
morena, poblana, miel de los cañales…
Y mi amor fue el agua que lloró raudales
para que flotara la balsa de flores…

Alfredo Espino – Jícaras Tristes: Casucas

miércoles, 15 de agosto de 2012

ESTA ERA UN ALA

Siempre remuneraba mi visita
con el oro de  un cuento encantador;
la candidez vivía en la ancianita
como el agua del cielo en una flor…
Adoraba los niños y lo azul;
siempre andaba vestida de candor,
y olía a albahaca y alcanfor
la ropa que guardaba en el baúl…

Qué tempraneras ella y las palomas:
a causa de que el patio se cubría
de flores, casi siempre amanecía
bajo los árboles, barriendo aromas…

Y en la noche, a la luz del lampadario,
rezaba con tan honda devoción,
que la luna asomándose al balcón,
la hallaba con el alma en el breviario.

Una noche de tantas… ¡ay! mi amiga
ya no volvió a asomarse al corredor.
“Está mala”, dijeron: “un dolor,
un cansancio, un silencio, una fatiga”…

Llegó el doctor, se puso a recetar
murmurando en voz baja: “está muy mala”…
Y supe el cuento triste: esta era un ala,
Cansada de volar…

¿Y se fue?  Como todo; cuatro cirios
Llenaban el cuartito de tristeza.
¡Cómo se confundía con los lirios
aquel santo blancor de su cabeza!

   Alfredo Espino – Jícaras Tristes: Casucas 

miércoles, 1 de agosto de 2012

VIENTOS DE OTUBRE (A LA LUZ DEL FOGON)

¡Quizás ya no venga! ¿No s’hia dado cuenta
de que están soplando los vientos de octubre
y que el barrilete vuela, y ya no cubre
como antes al cerro, nube de tormenta?
Hoy s’iajusta el año y él me dijo: “Anita,
Entre algunos días regreso por vos”;
pero no lo quiso quizá tata Dios
 ¿Verdá, madrecita?

Cuando veyo el rancho de paja, el ranchito
q’el estaba haciendo pegado a la güerta,
y veyo tan sola y cerrada la puerta
y veyo de montes aquel caminito,
siento que me muerde, aquí dentro, un dolor,
y que l’alegria también se me ha ido,
y me siento agora, lo mesmo que un nido
que no tiene pájaros, ni tiene calor…

Naide me lo ha dicho, pero es la verdá.
En la madrugada tuve un mal agüero:
se estaba apagando, mamita, el lucero
detrás de aquel cerro que se mira allá,
y asina s’iapaga también lo que quiero…

               No tengo ni ganas de mirar p’ajuera.
¿Qué l’hiace que vengan, que vengan los vientos
si a mis sufrimientos
nada güeno traen de lo que quisiera?
Ciérreme la puerta. Siento que me cubre
un frío las manos, Dios sabe qué tienen…
¿Que no s’hia fijado los tristes que vienen
agora los vientos,
los vientos de otubre?


Alfredo Espino – Jícaras Tristes: Casucas