¡Quizás ya no venga! ¿No s’hia dado cuenta
de que están
soplando los vientos de octubre
y que el
barrilete vuela, y ya no cubre
como antes
al cerro, nube de tormenta?
Hoy s’iajusta
el año y él me dijo: “Anita,
Entre algunos
días regreso por vos”;
pero no lo
quiso quizá tata Dios
¿Verdá, madrecita?
Cuando veyo el rancho de paja, el ranchito
q’el estaba
haciendo pegado a la güerta,
y veyo tan
sola y cerrada la puerta
y veyo de
montes aquel caminito,
siento que
me muerde, aquí dentro, un dolor,
y que l’alegria
también se me ha ido,
y me siento
agora, lo mesmo que un nido
que no
tiene pájaros, ni tiene calor…
Naide me lo ha dicho, pero es la verdá.
En la
madrugada tuve un mal agüero:
se estaba
apagando, mamita, el lucero
detrás de
aquel cerro que se mira allá,
y asina s’iapaga
también lo que quiero…
No tengo ni ganas de mirar p’ajuera.
¿Qué l’hiace
que vengan, que vengan los vientos
si a mis
sufrimientos
nada güeno
traen de lo que quisiera?
Ciérreme la
puerta. Siento que me cubre
un frío las
manos, Dios sabe qué tienen…
¿Que no s’hia
fijado los tristes que vienen
agora los
vientos,
los vientos de otubre?
Alfredo
Espino – Jícaras Tristes: Casucas