lunes, 30 de julio de 2012

ASCENSION



¡Dos alas!... ¡Quién tuviera dos alas para el vuelo!...
Estas tarde, en la cumbre, casi las he tenido.
¡Desde aquí veo el mar, tan azul, tan dormido,
que si no fuera un mar, bien seria otro cielo!...

               Cumbres, divinas cumbres, excelsos miradores…
¡Qué pequeños los hombres! No llegan los rumores
de allá abajo, del cieno; ni el grito horripilante
con que aúlla el deseo, ni el clamor desbordante
de las malas pasiones... Lo rastrero no sube:
esta cumbre es el reino del pájaro y la nube…

Aquí he visto una cosa muy dulce y extraña,
como es la de haber visto llorando una montaña…
 el agua brota lenta, y en su remanso brilla
la luz; un ternerito viene, y luego se arrodilla
al borde del estanque, y al doblar la testuz,
por beber agua limpia, bebe agua y bebe luz…

               Y luego se oye un ruido por lomas y floresta,
como si una tormenta rodara por la cuesta:
animales que vienen con una fiebre extraña
a beberse las lagrimas que llora la montaña.
              
               Va llegando la noche. Ya no se mira el mar.
Y qué asco y qué tristeza comenzar a bajar…

               (¡Quién tuviera dos alas, dos alas para un vuelo!
Estas tarde, en la cumbre, casi las he tenido,
con el loco deseo de haberlas extendido
sobre aquel mar dormido que parecía un cielo!)

               Un río entre verdores se pierde a mis espaldas,
como un hilo de plata que enhebrara esmeraldas…

- Alfredo Espino: Jicaras Tristes - Casucas

CANTEMOS LO NUESTRO



               ¡Qué encanto el de la vida, si los natales vientos
en sus ligeras alas traen ecos perdidos
de músicas de arroyos y música de nidos,
como mansos preludios de blandos instrumentos!

¡Qué encanto el de la vida, si al amor de bohío,
y entre un intenso aroma de lirios y albahacas, 
miramos los corrales donde mugen las vacas
y oímos las estrofas del murmurante rio…!

El terruño es la fuente de las inspiraciones:
¡A qué buscar la dicha en suelos extranjeros,
si tenemos diciembres cuajados de luceros,
si tenemos octubres preñados de ilusiones!

               No del Pagano Monte la musa inspiradora
desciende a las estancias de pálidos poetas:
es nuestra musa autóctona que habita en las glorietas
de púrpura y de nácar, donde muere la aurora.

               Es nuestra indiana musa que, desde su cabaña,
desciende coronada de plumas de quetzales
a inspirarnos sencillos y tiernos madrigales,
olorosos a selva y a flores de montaña.

               Vamos, pues a soñar bajo tibios aleros
de naranjos en flor… cabe los manantiales:
octubre nos regala sus rosas y vesperales;
diciembre las miríadas de todos sus luceros.

- Alfredo Espino: Jicaras Tristes - Casucas