Eran mares los cañales
que yo contemplaba un día
(mi barca de fantasía
bogaba sobre esos mares).
El cañal no se enguirnalda
como los mares, de espumas,
sus flores más bien son plumas
sobre espadas de esmeralda...
Los vientos —niños perversos—
bajan desde las montañas,
y se oyen entre las cañas
como deshojando versos…
Mientras el hombre es infiel,
tan buenos son los cañales,
porque teniendo puñales,
se dejan robar la miel!
Y qué triste la molienda
aunque vuele por la hacienda
de la alegría el tropel,
porque destrozan entrañas
los trapiches, y las cañas...
¡vierten lágrimas de miel!
Este blog es una dedicación al escritor Cuscatleco – Alfredo Espino. Aquí vas a encontrar una compilación de los poemas del libro que fue publicado después de su muerte Jícaras Tristes. Poemas como “Árbol de Fuego” y “Canal en Flor” están incluidos.
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martes, 17 de septiembre de 2013
martes, 10 de septiembre de 2013
LA ESTRELLA EN EL RIO...
Hora quieta. Ya torna a la salvaje
quietud del nido, el pájaro furtivo;
y allá por el ocaso de oro vivo,
la barca de la luz emprende el viaje...
¡Qué dorada penumbra en el paisaje!
y qué triste el mirar del buey esquivo...
Y qué lindo lo azul que está cautivo
entre el marco de rosas del celaje...
¡Qué regalada sencillez de vida!
Cómo se siente el alma recogida
a la caricia de la tarde que arde...
¡Y cuál se alumbra el pensamiento mío,
cuando en el lecho de cristal del río
miro temblar la estrella de la tarde!
quietud del nido, el pájaro furtivo;
y allá por el ocaso de oro vivo,
la barca de la luz emprende el viaje...
¡Qué dorada penumbra en el paisaje!
y qué triste el mirar del buey esquivo...
Y qué lindo lo azul que está cautivo
entre el marco de rosas del celaje...
¡Qué regalada sencillez de vida!
Cómo se siente el alma recogida
a la caricia de la tarde que arde...
¡Y cuál se alumbra el pensamiento mío,
cuando en el lecho de cristal del río
miro temblar la estrella de la tarde!
martes, 3 de septiembre de 2013
LA CASITA BLANCA
Si cuando la luna la empieza a besar
es una paloma queriendo volar
la casita aquella, tan pobre, tan blanca,
que como un gran lirio nimba la barranca...
Y no hay en el valle blancura ninguna
como esa blancura bañada de luna...
En la madrugada de albo terciopelo,
el que va subiendo, camino del cielo
parece que fuera subiendo...
Porque está muy alta la casita aquella:
tan alta, tan alta... que al salir la huella
de la mañanita, cualquiera diría
que tras la casita va saliendo el día...
Yo estuve allá arriba: me llevó el anhelo
de hallarme mas cerca.., más cerca del cielo...
es una paloma queriendo volar
la casita aquella, tan pobre, tan blanca,
que como un gran lirio nimba la barranca...
Y no hay en el valle blancura ninguna
como esa blancura bañada de luna...
En la madrugada de albo terciopelo,
el que va subiendo, camino del cielo
parece que fuera subiendo...
Porque está muy alta la casita aquella:
tan alta, tan alta... que al salir la huella
de la mañanita, cualquiera diría
que tras la casita va saliendo el día...
Yo estuve allá arriba: me llevó el anhelo
de hallarme mas cerca.., más cerca del cielo...
martes, 27 de agosto de 2013
MAÑANITAS EN LOS CERROS
Es el mes de las lluvias, y por este
motivo, la tierra viste un traje
de tupido verdor, y entre el ramaje
se ve un poquito menos lo celeste.
La casuca de campo está más blanca
bajo la blanca lumbre mañanera.
Ha crujido un bambú. La enredadera
está besando cielo en la barranca.
“Besando cielo”, dije, y no he mentido,
porque en toda hondonada silenciosa,
un poco de agua azul no es otra cosa
que un cielito entre flores escondido...
Se hace frescura el viento campesino
en el sendero angosto
¡Cómo se ve que Agosto
acaba de pasar por el camino!
Hemos andado mucho, y todavía
no se acaba el sendero;
¡pero gracias al último aguacero
ha amanecido tan amable el día!
De la paz de los ranchos unos perros
me salen a mirar...
Se me recoge el alma al penetrar
al silencio oloroso de los cerros.
¡Olor, olor a monte, a valle, a loma!
¡Cuánta canción de amor me trae el viento!
¡Ya en mi oído no cabe tanto acento!
¡Ya no cabe en mi pecho tanto aroma!
motivo, la tierra viste un traje
de tupido verdor, y entre el ramaje
se ve un poquito menos lo celeste.
La casuca de campo está más blanca
bajo la blanca lumbre mañanera.
Ha crujido un bambú. La enredadera
está besando cielo en la barranca.
“Besando cielo”, dije, y no he mentido,
porque en toda hondonada silenciosa,
un poco de agua azul no es otra cosa
que un cielito entre flores escondido...
Se hace frescura el viento campesino
en el sendero angosto
¡Cómo se ve que Agosto
acaba de pasar por el camino!
Hemos andado mucho, y todavía
no se acaba el sendero;
¡pero gracias al último aguacero
ha amanecido tan amable el día!
De la paz de los ranchos unos perros
me salen a mirar...
Se me recoge el alma al penetrar
al silencio oloroso de los cerros.
¡Olor, olor a monte, a valle, a loma!
¡Cuánta canción de amor me trae el viento!
¡Ya en mi oído no cabe tanto acento!
¡Ya no cabe en mi pecho tanto aroma!
martes, 20 de agosto de 2013
CAMINO DE LA QUEBRADA
“Qu”ialumbre en el camino algún lucero
pues agora vendrá de la quebrada
mi negra, tan fresquita y perjumada
asma como el aire mañanero”.
Clama una voz, en medio del sendero;
abajo, entre el rumor de la cañada,
gime el agua, y su queja desmayada
se pierde en el silencio montañero...
Y ella aparece, en la cabeza el tol
y en el talle el rebozo tornasol
que él le mercó en el día de su santo...
Y sus sombras se juntan y las huellas
surgen del día, y como por encanto,
se borran, poco a poco, las estrellas...
pues agora vendrá de la quebrada
mi negra, tan fresquita y perjumada
asma como el aire mañanero”.
Clama una voz, en medio del sendero;
abajo, entre el rumor de la cañada,
gime el agua, y su queja desmayada
se pierde en el silencio montañero...
Y ella aparece, en la cabeza el tol
y en el talle el rebozo tornasol
que él le mercó en el día de su santo...
Y sus sombras se juntan y las huellas
surgen del día, y como por encanto,
se borran, poco a poco, las estrellas...
miércoles, 7 de agosto de 2013
RETORNO
Retornan los labriegos enfiestados
luciendo —pintorescos-— sus cotones
de manta y sus ceñidos pantalones
en pozas de cristal recién lavados...
Marchan con sus machetes envainados,
pendientes de curtidos cinturones
mientras sobre los hombros fortachones
llevan alforjas llenas de comprados.
Bajo el atardecer de tenues lampos
—sin llevar ni zapatos ni chaquetas-
retornan los labriegos a sus campos.
Y lejos, en la vía rusticana,
se pierde la sencilla caravana
entre una polvareda de carretas...
martes, 30 de julio de 2013
LOS POTROS
Ya se acercan los potros; raudamente precisa
el grupo sus contornos de estética salvaje;
entre el pálido rosa del lánguido paisaje
corren desenfrenados, a la par de la brisa.
Los potros ya se acercan; mas lo hacen tan aprisa,
que parece volaran sobre el quieto paraje;
desplázanse los cascos en fantástico viaje
atrás dejando chozas de silueta imprecisa...
Huracanadamente por los llanos nativos,
van devorando leguas los potros fugitivos,
por burlar los afanes del inútil seguimiento;
como una sombra alada pasan ante nosotros,
y los recios gañanes, en fuga tras los potros,
describen con los lazos rúbricas en el viento...
martes, 18 de junio de 2013
ACUARELA SALVAJE
Es el toro. Tan negro, que causa la impresión
de una bella escultura cincelada en carbón.
Sobre el repecho yergue su indómita arrogancia,
mientras todo un boscaje le rinde su fragancia...
Se oye una algarabía de urracas y de loros
en la tarde (princesa que se desmaya entre oros).
Entre policromías y entre bellezas tantas,
todo el bosque es murmullos, todo el bosque es
gargantas...
En los bejucos saltan pájaros de áureas colas,
y la charca se amansa, dormida, entre corolas.
Sobre la flor que aroma, sueña la flor que vuela:
tal es la mariposa que está sobre la umbela.
El del repecho mueve de pronto su figura:
Sus ojos son relámpagos en una noche oscura...
¿Algo espera? ¡Algo espera! Lo dice su mirada
que en lo negro fulgura como una llamarada...
Ruido como de un trote se oye lejano, sordo...
De los guayabos vuelan dos palomas y un tordo...
Vuélvese el del repecho. Sobre el negro testuz,
pone un fulgor sangriento la moribunda luz.
Por fin, entre malezas tupidas y apretadas,
despuntan cuatro cuernos, que es decir cuatro espadas…
Avanza una pareja:
es un toro con manchas y una vaca bermeja...
El del repecho embiste con ímpetu salvaje.
Un gran fragor de cuernos emociona el paraje...
Cornadas por cornadas, bramidos por bramidos...
Todo el bosque es silencio. Todo el bosque es oídos...
No ceden hasta que uno dóblase en el repecho...
¡Un gran clavel sangriento le condecora el pecho!
El negro toro yergue su victoriosa testa,
y resoplando baja la pedregosa cuesta.
Entre un claro de cielo del boscaje sonoro,
la “chiltota” atraviesa como un vislumbre de oro...
Un eco de canciones en el silencio vaga...
Un arrebol lejano sobre el charco se apaga...
Alfredo Espino - Jícaras Tristes: Auras del Bohío
de una bella escultura cincelada en carbón.
Sobre el repecho yergue su indómita arrogancia,
mientras todo un boscaje le rinde su fragancia...
Se oye una algarabía de urracas y de loros
en la tarde (princesa que se desmaya entre oros).
Entre policromías y entre bellezas tantas,
todo el bosque es murmullos, todo el bosque es
gargantas...
En los bejucos saltan pájaros de áureas colas,
y la charca se amansa, dormida, entre corolas.
Sobre la flor que aroma, sueña la flor que vuela:
tal es la mariposa que está sobre la umbela.
El del repecho mueve de pronto su figura:
Sus ojos son relámpagos en una noche oscura...
¿Algo espera? ¡Algo espera! Lo dice su mirada
que en lo negro fulgura como una llamarada...
Ruido como de un trote se oye lejano, sordo...
De los guayabos vuelan dos palomas y un tordo...
Vuélvese el del repecho. Sobre el negro testuz,
pone un fulgor sangriento la moribunda luz.
Por fin, entre malezas tupidas y apretadas,
despuntan cuatro cuernos, que es decir cuatro espadas…
Avanza una pareja:
es un toro con manchas y una vaca bermeja...
El del repecho embiste con ímpetu salvaje.
Un gran fragor de cuernos emociona el paraje...
Cornadas por cornadas, bramidos por bramidos...
Todo el bosque es silencio. Todo el bosque es oídos...
No ceden hasta que uno dóblase en el repecho...
¡Un gran clavel sangriento le condecora el pecho!
El negro toro yergue su victoriosa testa,
y resoplando baja la pedregosa cuesta.
Entre un claro de cielo del boscaje sonoro,
la “chiltota” atraviesa como un vislumbre de oro...
Un eco de canciones en el silencio vaga...
Un arrebol lejano sobre el charco se apaga...
Alfredo Espino - Jícaras Tristes: Auras del Bohío
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